El médico de la familia se quedó en la residencia para controlar el estado de salud de todos. El Abuelo Ballesteros se encontraba en mal estado, pero el Señor Ballesteros estaba aún peor. El médico le entregó la aspirina a Isabel y le recordó:
—Si no tienes dolor extremo, deberías evitar tomarla. Las pastillas no son buenas para el hígado y los riñones.
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