El taxista le preguntó su destino, pero ella no pudo decirle la dirección por un momento. Había resuelto muchos casos antes y sabía que una vez que un hombre empezaba a mentir, ese era el momento en que empezaba a portarse mal.
Le pasaron muchas cosas por la cabeza. Tal vez Lázaro había acumulado demasiada frustración después de pasar un tiempo con ella y salió a liberar los sentimientos reprimidos porque no podía soportar más. Lázaro nunca le había mentido antes y tampoco era un mentiroso según su personalidad. A pesar de ello, era evidente que ahora le estaba mintiendo.
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