Lourdes estaba un poco cansada, así que no tardó en dormirse tras acurrucarse en sus brazos. Por el contrario, Lázaro mantenía los ojos bien abiertos mientras contemplaba las cosas antes de levantarse de la cama sin hacer ruido, dejándola dormir hasta que se hizo casi de noche.
En realidad, hacía tiempo que no tenía unos días tan despreocupados. No tenía que pensar en nada; solo tenía que comer cuando tenía hambre y dormir cuando estaba cansada. De verdad no había necesidad de vivir una vida dura.
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