Sonriendo, Sofía saludó a la Abuela Cibeles antes de entrar en el comedor. Leonardo miró la sonrisa de Sofía, sintiéndose perturbado de forma terrible. «¿Por qué no está celosa?».
Nunca le había resultado tan difícil poner celosa a alguien. Incluso después de devanarse los sesos parecía que no podía conseguir que Sofía se pusiera un poco celosa.
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