Chillando, Matilda se revolvió hacia atrás. Sin decir una sola palabra, Sofía le dio dos patadas más. De golpe, Matilda se lamentó. Nunca la habían tratado así, por lo que no sólo estaba herida de manera física, sino que también se llevó la peor parte emocionalmente. Apretando los dientes, estiró una mano para agarrar su teléfono que se había caído durante la caída.
—¡Sólo espera! Voy a hacer una llamada ahora mismo. ¡Voy a llamar a Leonardo para que vea tu vileza por sí mismo!
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