Después de que Matilda colgara la llamada, Sofía se apoyó en la cabecera de la cama y pensó que tal vez le había pasado algo. Al colgar el teléfono, empezó a divagar.
Su vientre ya estaba mucho mejor. Al parecer había estado muy alterada un momento antes. «De todos modos, el problema entre Camelia y yo, ya se solucionó. A partir de ahora, ya no tengo nada que hacer con ella. Con suerte, no la volveré a ver el resto de mi vida».
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