Mientras ambos permanecían en silencio, Sofía recibió una llamada de la Abuela Cibeles, quien le dijo que ya había terminado de consultar al Sumo Sacerdote. Después de decirle dónde estaba, Sofía se dirigió a reunirse con Leonardo. En cuanto vio a su propio nieto, la Abuela Cibeles se detuvo y sonrió.
—Pensé que habías dicho que no tenías tiempo.
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