Ante la mención de aquel incidente, Lázaro echó humo de inmediato.
—Ese par de hermanos... Será mejor que no aparezcan delante de mí. No puedo golpear a Susana porque no debo golpear a una mujer por muy desgraciada que sea, pero es diferente para Simón. Lo aplastaría hasta que quede irreconocible para su propio padre.
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