Sofía recorrió con la mirada toda la zona que les rodeaba, pero no vio al Señor Ballesteros.
«¿Así que los dos han estado charlando aquí solos? Está tan absorto en la conversación que se olvidó de mi existencia, ¿eh? Genial, esto de verdad es genial. Que buen trabajo, Leonardo Cibeles».
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