Isabel llegó con el viejo Señor Ballesteros, y los dos estaban juntos mientras Isabel miraba con solemnidad las imágenes de la pantalla con una débil expresión de angustia en su rostro. A pesar de que Sofía la había mirado de manera grosera antes de retraer su mirada, Leonardo no vio a Isabel, su atención se centró en el presentador.
El anfitrión no paraba de explicar las imágenes antes de hablar del tema de la noche: una especie de cena benéfica para ayudar a los niños de zonas montañosas remotas a salir de las montañas y ver el mundo exterior.
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