Serena regresó a su oficina después de eso, mientras que Cristina se asomó a la puerta vacilante antes de volver a su escritorio para trabajar en su diseño. Si se pusiera a pensar en ello, se daría cuenta de que era la única de toda la oficina que aún no aprendía a coser, pero no podía hacer mucho al respecto, al fin y al cabo, era la más lenta del grupo y sus calificaciones eran inferiores a las de los demás.
Suspiró y se preguntó si debía poner una máquina de coser o algo así en el apartamento para poder practicar en privado. Todo el trabajo duro que realizaba se limitaba a las paredes de la oficina, y hacía lo que le apetecía durante las horas de descanso. Escuchó a sus compañeras hablar de sus planes de llegar a casa y que les gustaba hacer sus incursiones en la costura y en la confección de piezas artísticas con pedazos de tela.
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