Bernardo nunca fue mezquino con ella, pero ahora que se había ido, ya nadie la mimaría de la forma en que él lo hacía. Genaro recordó de repente el momento en que Sergio le contó que Simón había huido y dejado atrás a Lucrecia. Sin Simón ni las personas más cercanas a ella a su lado ahora, Lucrecia no estaba en su mejor estado. La idea de que nadie estuviera allí para cuidarla era suficiente para que Genaro suspirara.
Los dos siguieron tumbados en la cama durante un rato más antes de sentarse a jugar. Mientras tanto, Lázaro acababa de meter a Lucrecia en su auto antes de enviarla al hospital. Luego la dejó en la entrada y la dio por muerta. Ella jadeaba mientras yacía tirada en el suelo y no podía pronunciar ni una sola palabra. Si hubiera sido ella en el pasado, habría montado un escándalo llorando y gritando por ello. Sin embargo, su estado actual ya no le permitía hacer algo así.
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