Bernardo se quedó en silencio después de eso. Nadie habló, y la habitación quedó en silencio. Cristina miró a Aurora, que seguía mirando a Bernardo. Parecía tranquila, pero también aturdida. Bernardo sabía que sus hijos no tenían nada que decirle. Aunque no lo odiaban, tampoco le tenían mucho cariño. Entonces les dijo:
—¿Pueden dejarnos un momento? Quiero hablar con ella a solas.
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