El vestido le llegaba hasta el tobillo, haciéndola lucir más hermosa que nunca. Ya era adorable de por sí, aunque su belleza quedaba oculta bajo ropa informal o deportiva casi siempre. Ahora que mostraba su belleza, hasta Genaro pensaba que estaba deslumbrante. Sin embargo, se sentía demasiado avergonzado como para dedicarle grandes elogios.
—No está mal. —Asintió con la cabeza.
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