El chico le dio una raqueta y le enseñó a jugar. Dado que le estaba enseñando, tenía que haber contacto con la piel. Por ejemplo, tenía que enseñarle a agarrar y mover la raqueta paso a paso, y tendría que tocarla si quería enseñarle. Un momento después, Genaro se acercó a su madre.
Aurora sonreía a Cristina y al chico.
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