No importaba lo que estuvieran pensando, no lo mostrarían en sus rostros, así que al menos lo trataban con educación.
Cristina esperó a que Genaro se maquillara antes de entregarle su vestuario. Después de eso, buscó un lugar en la habitación y se sentó en silencio, manteniendo su presencia imperceptible, sin embargo, no perdía de vista a Genaro por si ocurría algo se diera cuenta de inmediato, lo cual era una costumbre suya.
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