El anciano tenía un aspecto bastante aterrador. ¿Quién podría imaginar que un hombre que tuvo una vida de gloria acabaría así? Cuando Leonardo vertió las cenizas del anciano en la urna, parte de ellas le cayeron debido a sus vigorosos movimientos, pero a él no le importó y solo barrió los trozos que se cayeron. Por lo tanto, el contenido de la urna no estaba completo.
Leonardo frunció la boca. Era más que suficiente para él enviar al anciano a la cremación, teniendo en cuenta que ese vejestorio había querido hacer daño a Sofía y por poco causaba la destrucción de su familia. Ahora que había terminado así, fue por su propia mano.
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