Después de pensarlo, Fabiola y Lisandro aceptaron la sugerencia de Lázaro y comenzaron a ordenar los regalos.
Las cosas buenas que no estaban dispuestos a dejar pasar se las llevarían a la ciudad. Mientras tanto, las cosas ordinarias se entregarían a los vecinos más cercanos junto con las invitaciones. Por último, las frutas y bebidas que estaban guardadas en cajas se entregarían a los vecinos que no les caían bien.
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