Esta vez, a Lourdes no le dio pena porque la atención de todos estaba en los fuegos artificiales de fuera y casi nadie se fijaba en ellos.
Al mismo tiempo, se sirvieron frutas y bebidas en rodajas. Lázaro tomó un vaso de jugo y se lo llevó a los labios, ella lo miró de reojo. Reprimiendo una sonrisa, no rechazó su oferta y tomó un sorbo.
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