Isabel no dijo nada, pero el color ya estaba desapareciendo de su rostro.
Por otro lado, Ernesto hizo su aparición. Allí había un podio y subió a agradecer a todos, como en cualquier evento social. Era obvio que estaba emocionado, pero a Sofía no le importaba nada. Esa tarde no durmió y una oleada de somnolencia la invadió. Luego, se inclinó contra Leonardo, cayendo en sus brazos.
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