Era una llamada de Jazmín. Lázaro tampoco la evitó, y respondió a esta de inmediato. Al otro lado, Jazmín lo invitaba a cenar, con voz alegre. Por lógica, era razonable que cenaran esta noche. Después de todo, Lázaro le había regalado flores al mediodía, así que era común que una pareja normal tuviera una cita por la noche. Sin embargo, como ella había esperado su llamada durante todo el día sin éxito, solo podía tomar la iniciativa de llamarle por teléfono.
Las cejas de Lázaro se fruncieron de modo inconsciente.
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