Lázaro fijó sus ojos en el reloj, listo para dirigirse al gimnasio de Lourdes una vez que se cumpliera la hora. En cuanto se detuvo frente al edificio, tomó su móvil para llamarla, pero justo cuando tenía el móvil en sus manos comenzó a sonar, era Jazmín. Él se quedó mirando la pantalla un momento dudando en responder, hasta que se decidió en contestar. Jazmín habló con una voz alegre, tal como solía sonar.
—¿Estás ocupado en este momento? Vamos a cenar juntos esta noche.
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