Todos tenían opiniones diferentes, pero todas eran razonables, así que no había necesidad de discutir entre ellos. Cuando Matilda lo planteó así, Yolanda no tuvo nada más que decir. Todas sus vías de escape fueron bloqueadas por Matilda con facilidad.
Sentada en el sofá, Sofía se rio de las palabras de Matilda. Dijo que aunque Matilda había cambiado, su antigua personalidad permanecía, ya que seguía siendo tan formidable y hablaba sin piedad. Matilda suspiró:
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