Capítulo 956 Una buena noche de descanso
Esta era la primera vez que Isabel se describía a sí misma como lamentable. Incapaz de poder dormir, salió de su habitación en un intento de bajar las escaleras a buscar una botella de vino. Al llegar a las escaleras, se detuvo de repente, ya que alguien estaba entrando a la casa en ese momento. Sobresaltada, se movió con cuidado hacia un lado para esconderse. Después de que esa persona entró a la sala de estar, esperó un poco antes de encender la luz, y en lugar de subir las escaleras, la persona se sentó en el sofá. Isabel asomó la cabeza y se dio cuenta de que esa persona era su padre. Él tenía puesta una sudadera, por lo que parecía más joven que de costumbre, no obstante, su cabello gris era un indicio de su vejez. Sentado en el sofá, el Señor Ballesteros puso las palmas de las manos sobre sus rodillas y descansó. Tiempo después, sacó su móvil del bolsillo y comenzó a enviar un mensaje de texto.
Con el ceño fruncido, Isabel no podía entender porque su padre había salido en medio de la noche. Una vez que terminó de enviar el mensaje, se levantó del sofá, y al ver esto ella decidió ir de nuevo a su habitación, dejando una abertura en la puerta se quedó allí para escuchar lo que pasaba afuera. Su padre entró a la habitación de Pilar y después de unos minutos, salió de ahí. De pie en el corredor, dejó escapar un largo suspiro, el cual fue tan fuerte que Isabel pudo escucharlo desde su habitación. Sabía que su padre estaba molesto, de hecho, todos en esa casa estaban molestos, sin embargo, dado que ya había ocurrido la tragedia, no tenía sentido llorar por lo ocurrido, por lo tanto, tuvieron que aprender a aceptar este hecho. En lugar de vivir en la miseria, deberían mirar hacia el futuro.
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