Leonardo se apoyó en el respaldo de la silla y dejó escapar un largo suspiro.
—Al contrario, en serio deseo que ella se enoje, pero esa mujer ahora tiene una mente tan abierta… A pesar de que me quedé en el estudio con Isabel hasta altas horas de la noche de ayer, ella ni siquiera estaba molesta. De hecho, fui yo quien se volvió loco por eso.
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