Cuando el Señor Ballesteros colgó la llamada, Isabel se dio la vuelta y volvió a su oficina. Con los pensamientos revueltos, se acomodó en su asiento y frunció el ceño.
«Papá no habla mucho por teléfono, así que no puedo saber cuál es su plan secreto. Pero por la forma en que me ocultaron el plan, juro que no están tramando nada bueno».
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