El hombre gruñó y no dijo nada, pero volvió la cabeza para mirar a Sofía. Sus ojos estaban inyectados en sangre mientras el sudor frío corrió por su frente, pero su expresión aun mostraba tenacidad. Sofía se rio entre dientes, su voz era nítida cuando dijo:
—Por la forma en que te comportas, me dan ganas de hacerte daño —Con eso, hundió la daga e hizo otro corte limpio en su otro brazo. Esta vez el hombre no logró contener el llanto.
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