Lázaro sabía que Sofía debía estar molesta por como Isabel la tenía agarrada del brazo. Debido a su naturaleza directa, se acercó a ella, dando grandes zancadas, antes de ayudar a Sofía a levantarse con una expresión malhumorada.
—¡Te advierto que tengas cuidado con lo que dices, ya que Sofía es una querida amiga mía! ¡No pienses ni por un segundo que puedes pasar por encima de ella! Si vas a dar a conocer esto, ¡será mejor que pienses antes de ponerlo en palabras, de otro modo mi hermana…!
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