La persona que estaba al otro lado no sospechaba nada raro. Cuando Leonardo pasó junto a Alberto, pudo oír de manera vaga que la otra persona le recordaba que no bebiera demasiado y que cuidara su salud. Alberto coincidió de manera ferviente, pero cuando levantó los ojos para mirar a Leonardo, tenía una sonrisa de satisfacción en el rostro.
Leonardo también se rio, y se sentó mientras esperaba a que Alberto terminara su llamada telefónica. La Señora Licano era una persona bastante prolija, insistiendo durante mucho tiempo antes de colgar. Tras colgar el teléfono, la impaciencia se reflejó al instante en el rostro de Alberto.
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