En ese instante, Sofía quería darle una paliza a Leonardo. El sueño continuó molestándola durante toda la noche. Se despertó hasta que salió el sol a la mañana siguiente. Ya sentada, su cabeza todavía estaba zumbando. Era una pena que no pudiera maldecir a Leonardo en lo absoluto mientras estaba en el sueño, pero ahora que se había despertado, lo maldijo de manera directa:
—¡Leonardo, eres un b*stardo! —Dado que Leonardo no estaba cerca, podía maldecirlo a su antojo. Sofía se levantó de la cama y caminó hacia el baño con la cara alargada.
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