Con demasiado dinero para gastar, Lázaro se molestaría si Sofía no lo dejaba comprar esas cosas para ella. Nunca había conocido a una persona así. Genaro exhaló un suspiro de alivio cuando él y el chofer colocaron el juego de té en una esquina de la sala.
Sofía olvidó que llevaba una cinta para el pelo con orejas de conejo. Lázaro había insistido en comprar la cinta para el pelo porque a los ojos de él le quedaba muy bien. Mientras caminaba, Genaro jugueteó con las orejas de conejo y dijo con una sonrisa:
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