Capítulo 160 Cuando yo estoy disgustada, nadie más puede ser feliz
Después de rodar un rato, la somnolencia inundó a Sofía desde que se levantó temprano esta mañana. Abrazada a la manta de Leonardo, cerró los ojos y se quedó dormida. Al cabo de un rato, se despertó también de forma grogui. Se incorporó poco a poco y aguzó el oído, escuchando a las dos personas que hablaban fuera, un hombre y una mujer, con voces distintas.
Sonriendo, se levantó de manera lánguida de la cama y se dirigió descalza al pequeño armario del lado. En el armario colgaban unas cuantas camisas de Leonardo, todas del mismo tipo: camisetas, trajes y similares. Sacó una camisa y se desnudó rápido antes de ponerse la camisa. Había un espejo en el armario, y se desabrochó dos botones del cuello después de mirar su reflejo en el espejo.
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