Pasaron la noche sin parar, lo que hizo que se despertaran tarde al día siguiente. La Abuela Cibeles y Matilda estaban abajo sorprendidas cuando la sirvienta dijo que ambos aún no habían bajado. Podían entenderlo si fuera Sofía, pero Leonardo nunca había dormido hasta tarde. A Matilda le preocupaba que su hijo pudiera estar enfermo, así que se puso de pie.
―Iré a ver qué pasa arriba.
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