Cuando llegó la noche, Gerardo les ayudó a pedir la cena y el personal del servicio del hotel se la llevó a la habitación. Había pedido mucha comida y también había incluido su ración en el pedido. Sofía estaba apoyada en la cama, jugando a un juego. A pesar de oír el alboroto de fuera, no se movió, haciéndose la desentendida. Al cabo de un rato, Leonardo empujó la puerta y entró. De pie en la puerta, dijo:
—Es hora de cenar.
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