Sofía y Fernando se quedaron un rato más junto a la hoguera antes de regresar a su mesa, pero cuando volvieron, todos se habían ido. Aunque no le importó, así que se sentó. Después de haber bebido unas cuantas copas de vino con el estómago vacío y de haber comido unos cuantos kebabs, se le revolvía el estómago. Intentó bajarlo con un poco de jugo, pero no tuvo mucho efecto.
Fernando estaba sudando de tanto asar la carne, pero seguía sonriendo a Sofía.
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