Cristina dejó su móvil a un lado y se pellizcó el entrecejo con cansancio. Hoy no había sido productiva en absoluto, y su pésimo estado de ánimo, que parecía durar el resto de la tarde, también la irritaba.
Se había sentado con ocio en su escritorio sin hacer ningún trabajo real, con dificultad hojeaba los documentos o tomaba un lápiz para hacer un boceto, y así siguió hasta que llegó la hora de salir del trabajo.
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