No podía soportar esa sensación. Carlos la llamó cuando ya era casi la hora de comer. Dijo que acababa de encontrarse con su cliente en un lugar cercano a su empresa, y que quería almorzar con ella, ya que aún no había comido. Cristina dudó, pero al final aceptó su invitación. Sería de mala educación no aceptarla.
Carlos era un hombre considerado. En lugar de recoger a Cristina en la entrada de la empresa, optó por aparcar su auto en un lugar un poco más alejado. Cristina se sintió mucho más tranquila por ello. Ella salió y miró a su alrededor, entonces vio el auto de Carlos estacionado no muy lejos.
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