Era la primera vez que veía a Rodrigo tan avergonzado.
«Si fuera cualquier otra persona, no le daría ni la hora. Pero como es mi madre, tiene que soportarlo por mi bien, si no por el suyo. Bajé la cabeza y escuché su conversación sin expresión. Era natural que mi madre se preocupara por Erandi, pero aun así me molestaba un poco».
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