Observé sus rostros y estaba casi segura de que una de ellas me había hecho esto; entonces me puse delante de todas y las fulminé con la mirada, una tras otra. Era verdad que no quería enfrentarme a ellas por mí cuenta, pero mi paciencia tenía un límite y estaba llegando a ese punto; esa era la gota que derramó el vaso, me había esforzado durante varios días para tener ese diseño listo y no lo dejaría pasar.
—¿Quién lo tiene? —Centré la mirada en algunas de las mujeres al tiempo que preguntaba.
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