Las palabras contundentes de Miguel me hicieron sonrojar. No podía creer que dijera esas cosas con tal seriedad. No habíamos tenido la oportunidad de tener una conversación adecuada desde esa noche y por supuesto no habíamos tenido intimidad en mucho tiempo. No obstante, había sido así de directo.
—¡Patán sin vergüenza!
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