Cuando Leonel me hizo esas cosas, no se podía negar el resentimiento que albergaba contra él. «¿Me habría malinterpretado si no hubiera intentado encubrir a Eduardo? ¿Habría hecho esas cosas para herirme si supiera la verdad?».
—No hace falta que se disculpe. Al fin y al cabo, admití el delito —murmuré. Cuando escuché la disculpa de Leonel, todo mi odio se desvaneció en el aire.
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