Estaba sola en mi habitación, sintiéndome muy molesta, no sabía cómo preguntarle a Miguel sobre este asunto, ya que temía que la respuesta que diera fuera inaceptable para mí. En verdad no podía aceptar ninguna respuesta que perjudicara nuestra relación.
Por la noche, cuando Miguel llegó a casa, me vio caminando de un lado a otro en nuestra habitación. Sus hermosas cejas se fruncieron y me miró desconcertado.
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