Empecé a ponerme nerviosa, pero por más sorpresivo que fuera, mi madre no se enfureció y su voz tenía un tono paciente que era inusual en ella. Aun así, había previsto que algo similar saldría de su boca antes de eso.
—¿Cuánto crees que tenemos que aportar? —Fui al grano.
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