Una vez terminado el goteo de líquido intravenoso, Rodrigo seguía conmigo en la habitación.
—Ah, ya casi salgo del hospital, puedes irte. —Me conmovía su disposición a hacerme compañía, pero me sentía muy incómodo con él; aunque parecía que éramos muy cercanos por la manera en que me cuidó, no lo éramos en realidad.
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