Mientras estaba en mi estado de pánico sin saber qué decir, sonó el elevador y después se abrieron las puertas. Aproveché la distracción de Miguel y lo empujé de inmediato. Él me fulminó con la mirada al darse cuenta y sus ojos estaban llenos de frustración. Sin embargo, no tenía tiempo de darme una lección en ese momento pues la representante del Corporativo Fénix ya estaba esperando en la sala de conferencias.
Al caminar a mi lado, me lanzó una mirada intensa antes de entrar a la sala de conferencias antes que yo. Luego de eso, lo seguí y entré también.
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