Cuando me tomó las manos con fuerza, volví a sentirme incómoda. Al darme la vuelta, vislumbré el curioso ceño de Miguel. Supuse que él también estaba sorprendido por la forma en que Alicia se excedió en su amabilidad.
—Señora Casares, ya que está aquí para charlar con mi madre, no me entrometeré. Por favor, continúe.
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