—Bien, me comprometo. Dos comidas, ¿de acuerdo? ¡Suéltame ahora! ¡O tendremos un accidente!
Por seguridad, Rodrigo al fin cedió ante su hermana. Como había cedido, Gabriela lo soltó y volvió a su asiento. Sentí envidia al ver cómo los hermanos se relacionaban entre sí. Aunque discutían, se notaba que estaban muy unidos. Rodrigo condujo hasta las afueras de la ciudad. Cuando volvimos, ya era de noche.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread