Miguel siguió mirándome con indiferencia y en silencio. No había ningún indicio de emoción en sus ojos, no pude evitar preguntarme si creía en mis palabras. Después, sentí una punzada de ansiedad mientras otra ola de incertidumbre me invadía.
Contuve la respiración mientras bajaba la cabeza y me agarraba el lateral de la blusa. El corazón me latía con fuerza; mi mente se convertía en papilla. «¿Y si volvió para romper conmigo?». Mientras Miguel seguía mirándome sin pronunciar ninguna palabra, mis labios se apretaron en una fina línea.
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