—Mira quién habla… Si soy tan fácil, al menos tengo moral; tú, por otra parte, eres un sinvergüenza que se acostó con la mejor amiga de tu prometida. Lo peor de todo es que lo hiciste en nuestra nueva casa, y, aun así, ¿crees estar en posición de regañarme? Si tú puedes pasar el rato con otra mujer, ¿no puedo yo hacer lo mismo? —A estas alturas, no me importaba si estaba hablando muy fuerte.
Tras oír esto, Josué ablandó un poco su expresión.
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