—Estoy preocupado por ti. Después de ver lo mal que estabas ayer, temí que tu estómago siguiera mal. Así que le pedí al ama de llaves que te preparara algo de comida fácil de digerir.
Mientras Rodrigo me informaba del motivo de su visita, pasó junto a mí y la colocó sobre la mesa. Luego abrió las tapas y colocó todo a la perfección. Dirigí mi mirada a los platos y vi que todos eran sencillos y suaves, sin nada de carne. Por una vez, no sentí náuseas cuando el olor de la comida penetró en mi nariz.
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